Odio ir al
shopping. Me molesta ir a comprar, porque está todo RE caro y está siempre
LLENO de gente. No te dejan pasar, te empujan. Además nunca me dan plata, y voy
ahí a ver las vidrieras, y mi depresión aumenta en cantidades. Me siento la
persona más triste y pobre del universo.
A veces me
lleva mi mamá a comprar cosas, o a comer, y no la paso mal, (solo porque hay
comida) pero tampoco la paso bien del todo. Sinceramente prefiero quedarme en
mi casa en la cama con el celular y un kilo de helado al lado, pero no tengo
tanta suerte.
Otras
veces, le tengo que suplicar a mi mamá que me deje quedarme en mi casa con la
computadora, pero no siempre lo logro, y si consigo quedarme siempre es con una
condición: o lavar los platos, o barrer el comedor, o cocinar, o hacer las
camas entre otras cosas. Lo peor que me puede pedir es que haga las camas.
Siempre me termina doliendo la espalda y nunca le pongo ganas.
Por lo
general me quedo en mi casa y me llama un chico con el que estoy saliendo,
llamado Matías, que me alegra la tarde. Cuando me llama dejo la computadora y
me voy a acostar a las camas RECIÉN HECHAS y las arrugo todas, pero hablo con
él, así que mucho no me importa; pero después, las tengo que estirar porque mi
mamá llega y al parecer le encaaaaaaanta gritarme.
Siempre que
tiene un mal día se la agarra conmigo, y nunca hago nada; pero cuando hago algo
no me dice nada… A los humos me grita, pero nada más.
A Matías lo
conocí por mi primo Franco, tienen 16 los dos y van juntos al colegio. Franco me lo
presentó y a partir de ahí empezamos a salir.
Está
haciendo el curso para ser DJ porque es ENFERMO de la electrónica. También hace
Rugby.
El otro día,
Matías organizó una fiesta en la casa donde se gastó $1.500 en alcohol y
gaseosas para hacer todo tipo de tragos. Hizo todo en la casa y fui con mi
primo y mi mejor amiga Lara.
Matías se
puso RE borracho, al igual que todos. Éramos como 20. Nos quedamos hasta las
siete de la mañana, y cuando volví a mi casa mi mamá solamente me dijo que no le
parecía hora para volver de una fiesta. Decí que no le dije que Matías vivía en
Villa Luro, porque como somos de Villa Pueyrredón le parecería RE lejos. Le
dije que íbamos a la casa de una amiga de Lara y mía, y que ella vivía en
Urquiza.
A Lara esa mañana
la retaron como nunca en mi vida había visto que reten a alguien. Le pegaron,
la insultaron, y no la dejaron juntarse más conmigo, ya que yo la había llevado
a Villa Luro.
Estuvimos un
mes sin salir, y yo la re extrañaba, hasta que Lara me puso en Facebook que
quizá, si llamaba a la mamá pidiéndole perdón, me perdonaría y nos dejaría
volver a juntar. Y así fue.